David Holland QuintetTeatro Isabel la Católica. Viernes, 17 de noviembre. Lleno.Dave Holland, contrabajo
Chris Potter, saxo
Robin Eubanks, trombón
Jason Moran, piano
Nate Smith, bateríaRafael Marfil textoJavier Ruiz fotografíaSinceramente, alguien que desde muy pequeño se pasaba las horas tocando el ukelele puede llegar a preocuparnos. Menos mal que eligió como instrumento el contrabajo para ofrecer, años después, una noche como la del Festival Internacional de Granada.
Dave Holland ha demostrado, con una selección de músicos de gran nivel, que su formación puede estar entre las mejores del mundo. Sólo han necesitado seis temas para demostrar que son gente con clase. No era sorpresa para la afición, que ya lo había escuchado en la costa con su Big Band.
Si el otro día el gran Javier Colina llamaba la atención sobre el contrabajo y su papel en el jazz,
el Festival ha continuado in crescendo y nos lleva a cotas de igual o más calidad expresiva. Otra característica de este festival es la de los talentos descubiertos por Miles Davis. Si no se tratara de uno de los maestros universales, diríamos que en vez de músico podía haber sido cazatalentos en aquella época. Además de Kenny Garrett, el contrabajista Dave Holland fue uno de esos descubrimientos de Miles, que lo contrató para lanzarlo al firmamento del jazz. Mantuvo el sentido común después de la famosa etapa eléctrica, y parece que todo lo aprendido ha ocupado el lugar correcto en su música. Y eso que tuvo otra descarga importante con Chick Corea. Le gusta tener cerca un saxo, como ha sido el tenor de Chris Potter en esta ocasión. Compone bien para viento, y algo le suena, ya que ha llegado a tocar con Coleman Hawkins y Stan Getz.
Además, ha sabido armonizar su quinteto como si fuera una verdadera orquesta, aprovechando la calidad y personalidad de su trombonista Robin Eubanks, que ha dado una lección de música mostrando su sonido, jugando con el tiempo, practicando la sabia ley de la síncopa y sumando algún efecto polifónico al usar la voz a través de su instrumento. La gran revelación de su estilo llegó con la interpretación de The Leak, para continuar contando cosas interesantes hasta el final de la sesión.
Después de la noche de hoy, algunos se preguntan por qué no corre todo el mundo a la tienda para comprarse un trombón.
La modestia del líderHolland es ese músico al que siempre volveremos. Y si no al tiempo. Tiene música para décadas en su cabeza. La mayor parte de los temas interpretados eran suyos, como
Make Relieve y
Lucky 7.
Cuando un líder nato asoma por el festival se nota. La primera huella de su grandeza es su modestia, y que comienza hablando y presentando a su grupo. La segunda es su semblante de felicidad mientras hace música. Esa actitud de placer es contagiosa, y el público hoy se ha sentido a gusto. El contrabajo acústico de este artista no tiene ese retumbar al que acostumbramos, y mantiene un creativo ritmo, sin olvidar que también es parte de la faceta melódica de la orquesta. No ha abusado de solos, aunque los que ha hecho llevaban el sello de la casa. Por causas de fuerza mayor, no vino a Granada el vibrafonista Steve Nelson, sustituido dignamente por Jason Moran, pianista de gran calidad que quizá no ha estado tan metido en esa estética Holland como el resto de la formación.
Ha sido un concierto de jazz moderno, pero de gran belleza en los temas seleccionados. No hay improvisación lógica sobre una melodía principal con poco sentido. Para mayor agrado de los que han llenado el Isabel la Católica, el batería Nate Smith ha dado también una lección magistral de precisión, con su oda personal al contratiempo, sintonizando de manera absoluta con el líder del quinteto. El trabajo con los platillos ha brillado de manera espectacular al tocar su propia composición titulada Full circle, con algún momento más de fuertes aplausos, que es lo máximo que se puede pedir a un público como el de hoy, más jazzero y reflexivo. Menos dispuesto a vitorear y ponerse en pie.
Hay que agradecer la belleza de cada melodía, como la
Dream of the elders en la despedida, compuesta por Holland. Sin embargo, lo mejor de la noche ha sido el tiempo disponible para que cada solista expresara su visión del tema y del momento. Eso es jazz. Este tipo de improvisaciones son más largas, pero tienen mucho más sentido, por eso se nos hacen siempre breves. Tanto como está resultando el Festival. Menos mal que aún queda el gran Joe Lovano.